viernes, 31 de diciembre de 2010

MARTINCHO, APRENDIENDO A NADAR

Cierta vez Martincho decidió aprender a nadar. Fue donde el profesor de natación y, éste, aceptó colaborarle en el asunto.

A la hora indicada, del día siguiente, se dirigieron al río. Una vez llegado, mientras el profesor hacía algunas instrucciones previas, por un descuido, Martincho se resbaló, y cayó al río. El río era profundo así que, como no sabía nadar, se estaba casi ahogando. Apenas podía gritar:

-¡Auxilio, auxilio… Que me ahogo!

Entonces el profesor de natación se lanzó al agua y le salvó la vida. Pero cuando al aprendiz, recobró el conocimiento, estando ya fuera del agua, sin decir palabra alguna, tomó sus cosas y emprendió marcha atrás.

El profesor dijo:

-¡Martincho! ¿Dónde vas? Has venido a prender a nadar.

Éste contestó:

-Lo que voy a hacer es: primero aprenderé a nadar y después me acercaré al agua; es demasiado peligroso. Primero aprenderé a nadar. ¿No te das cuenta? Casi muero.

Hay cosas que en la vida exigen ser aprendidos de forma progresiva y ordenada, por ejemplo, aprender a nadar.


Khishka

LA SUTILEZA DE MARTINCHO

Una tarde Martincho entró en una pescadería y dijo al pescadero:

-¡Quiero ese pez. Lánzamelo y yo lo cogeré!

El pescadero, contestó:

-No hace falta lanzar. Te lo puedo dar a la mano.

Martincho, dijo:

-Es que tú no comprendes. Si me lo das a la mano, tendré problemas con mi esposa.

El otro preguntó:

-¿Por qué?

Y Martincho concluyó:

-Porque cuando regrese a casa, mi esposa me preguntará: ¿Dónde has estado? Yo le diré que estuve pescando. Pero si me lo das a la mano, será mentira. Así que tienes que lanzarlo y yo lo cogeré. Sólo así podré decir sin rubor: Ésta es mi captura, yo lo he pescado.


En el mundo todo es nuestro y, sin embargo, estamos robando toda clase de cosas de una forma muy sutil.


Khishka