domingo, 29 de noviembre de 2009

MARTINCHO ANTE EL JUEZ



Se abrió un proceso en contra de Martincho. El juez de su pueblo no podía probar gran cosa. Sin embargo se le acusaba de poligamia, de tener muchas esposas. Todo el mundo lo sabía, pero nadie podía probarlo.

El abogado le dijo a Martincho:

- Quédate callado, eso es todo. Si dices una sola palabra te van a coger. Así que estate callado y yo me ocuparé del resto. ¿Me oíste? ¡No digas nada!

Martincho permaneció en silencio; hirviendo por dentro, agitado, y a pesar de haber querido interrumpir muchas veces, se las aguantó para poder controlarse a sí mismo. Por fuera parecía tranquilo y sereno, pero por dentro estaba furioso como un león.

No pudiendo encontrar prueba alguna, aún sabiendo que el hombre tenía muchas mujeres en el pueblo, el juez, tuvo que darle la libertad.

Entonces dijo a Martincho:

- Martincho, eres libre. Puedes irte a casa.

En cuanto escuchó, el hombre se puso perplejo y dijo:

- ¿Qué? ¿A qué casa, señoría? Tenía muchas casas porque tenía muchas esposas en el pueblo.

Tan solo una palabra o un gesto tuyo, y todo tu ser quedará expuesto.



Ohslho

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